Corriste la flecha
en el punto exacto
donde se quiebra la razón.
Te esnifaste mi presencia
para hacer más grande
el tumor indefendible.
Cada lija magulló tu cerebro
dejando sin saldo
a las creencias de tus corazones.
El disfraz de invencible
no te queda para nada bien.
Precisas mil adolescencias perdidas
para que te enseñen a hacerme
sentir querida.
Tu locura no vale
lo que una lágrima
en el mar muerto.
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