jueves, 19 de abril de 2012



   Acabo de resolverlo:

                   Nada me inspira más que un poeta.

Sobre todo si algún elemento prohibido
le ata los ojos
                 lo deja desnudo
                                  frente a mí.

Me doy cuenta de mi espasmo
 en la escritura
      básicamente
porque en el momento mismo
que nos despedimos,
yo que nunca callo nada,
me vomito deseos inconclusos
mientras mi boca se llena
de besos que no te dije.






Es parte de mi particular puntería
que termino arrojada
entre tus estantes.

No es que esté en búsqueda
del terciopelo del asfalto
ni pretenda pescar peces de colores
de un windows 98.

Simplemente es mi capacidad
de azar
que me lee en voz alta
frente a todo lo que rima
con tu boca,

que me hace ir con
un estallido de palabras
          conciencia adentro.

Hace que mis ojos
memoricen inoportunamente tu voz
que mis dedos vayan tragando la dulzura
de entender
por desgracia
que en el 2012 todavía
existen poetas malditos.


lunes, 2 de abril de 2012

El hombre del limón

Me di cuenta estos días
    te extraño
ese sentirte abrazado
a una idea de mí
propio de poeta
 del fin del mundo.

Llego a tu estación
pero esta vez la dejo pasar
esperando encontrar tus ojos de mendigo
haciéndome hipnosis
                   para que me baje.

Y es que no se por qué ahora
lo poco que no me gustaba
lo extraño el doble.

Demasiado feriado para este tren
que aún cree en la casualidad
de detrás de un libro
                         encontrarte.